Este fin de semana hemos estado en el pueblo de la abuela Toñi. Ya casi se nos había terminado el aceite que nos traemos de allí. Además, a la abuela le encanta ir aunque sea sólo unas pocas horas (esta vez estuvimos desdela las 12 hasta las 4 de la tarde) y está pensando que ya no irá muchas más veces. Sobre todo después de comprobar que la compañia del agua había cortado temporalmente el servicio porque no habían podido hacer la lectura del contador desde hacía más de un año.
Para Vicente también es muy triste... se pasó allí todos los veranos cuando era pequeño. Y lo echa mucho de menos.
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