Este fin de semana lo hemos pasado en Atienza; un pueblo de Guadalajara donde están las ruinas del castillo que se ve en la foto... y que casi no encontramos porque desde donde estaba el hotel, las casas del pueblo no dejaban ver mucho más allá.
Los sitios que visitamos eran muy bonitos, pero casi no quedaban vecinos viviendo. Y es una pena porque el entorno es una maravilla: parecía que estábamos en los Pirineos y no en mitad de Guadalajara.
El sábado por la mañana no llovió y pudimos disfrutar de una comida en el campo junto al río Sorbes muy cerca de un pueblecito llamado Muriel (sí, como la chica de la película). Fuimos alli a tomar cafe al unico bar de todo el pueblo y al entrar el dueño nos preguntó si habiamos encargado una paella porque ya la tenian lista... estuvimos a punto de decir que sí, que eramos nosotros, porque olía de maravilla.
Luego teníamos pensado acercarnos a ver el mercado medieval que se celebraba en Tamajón, pero a partir de las cuatro y media o así, el tiempo se estropeo y casi no pudimos ver nada.
Cerca de Tamajón están los pueblos de
Arquitectura Negra y visitamos uno de los más famosos: Campillo de Ranas (según Raúl, el alcalde y el juez de paz se casaron y desde entonces el pueblo tiene el récord de bodas gay) donde, curiosamente, se estaba celebrando una boda...hetero.
Como ya se nos hacía tarde, decidimos volver al hotel por una ruta distinta...pero el GPS del teléfono de Isabel tenia unas ideas muy raras (que pasaban por un pueblo con calles estrechisimas y muy empinadas) y preferimos dar media vuelta. Así que pasamos otra vez cerca de Muriel y nos pareció que cenar una buena paella no estaría mal.
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